Un motivo mas para admirarlo.

Hace una semana llegué hasta Keene, California, para entrevistar a Paul Chávez, el menor de los hijos de César Chávez, quien junto a su equipo me esperaba con la mejor disposición en Villa La Paz, oficina central de la Fundación César Chávez y un lugar por demás hermoso y tranquilo. Escondida en medio de las montañas y rodeada de flores y fuentes de agua, Villa La Paz era el refugio del líder sindicalista, quien con toda razón bautizó el lugar con ese nombre.

Alardeo sin humildad alguna, que el motivo de mi entrevista no era hablar una vez mas sobre el defensor de los derechos de los campesinos. Si bien, ese es el perfil bajo el cual siempre se le nombra a Chávez y cuya labor fue, por demás admirable, esta vez mi reportaje iba a centrarse en algo más: descubrir un lado poco conocido del máximo activista que sorprendería al público y mostraría cuan avanzado fue para su época. Y debo de decir, que tras terminar mi reportaje, la mas sorprendida fui yo. Después de pasar un par de horas con Paul, mi admiración por su padre creció. Mi idea sobre él ya no era la de un sindicalista que logró grandes cosas, sino la de un visionario, pacifista, muy adelantado a sus tiempos.

¿Hace cuánto diría ud. que el concepto de una vida saludable y la meditación se hicieron parte de nuestra cultura y nuestra sociedad? ¿Hace cuánto empezó ud. a escuchar sobre la consciencia medio ambientalista, el yoga, el vegetarianismo y la oposición al uso de pesticidas en nuestras cosechas? ¿Diez años quizás? ¿Quince, máximo?

Pues resulta, señores, que el gran César Chávez, hace 50 AÑOS ATRÁS ya se levantaba todos los días a las 5 de la mañana a practicar su meditación de yoga, en lo alto de una montaña. Resulta que no solo era un ávido lector de Gandhi, sino que seguía sus enseñanzas, sin discrepar con su religión que era la católica, porque entendía que los conceptos de paz y meditación no eran cuestión de religión, sino una filosofía universal.
Resulta que antes de un día lleno de lucha y tensión, César encontraba fuerzas para seguir adelante en la oración cristiana y el yoga, algo que miles de personas combinan hoy en día sin siquiera pensarlo dos veces. Pero, momento, ¿hace CINCUENTA AÑOS atrás? ¿Cómo hubiese sido visto? ¿Rareza, locura, pecado, lavado de cerebro?

Resulta que el legendario dirigente era vegetariano (¿mencioné que esto pasó hace cincuenta años?) o mas bien, “vegan” como se le dice en inglés a quien no sólo no consume carne sino tampoco lácteos, huevos o ningún otro producto animal. Chávez concordaba con la filosofía de que no teníamos derecho a matar a ningún ser viviente y que una dieta basada en productos de la tierra era mucho mas saludable que comer cuerpos muertos; un concepto practicado ampliamente hoy en día pero que, durante los años 60 y 70, no debería de haber sido visto como nada cuerdo… Entre los libros de su oficina, a la cual se me permitió entrar estaban “La Guía A Una Dieta Macrobiótica” y el “Libro Del Tofu”. ¿Quién rayos comía Tofu en esos tiempos? Pues el precoz César Chávez, quien no solo abogaba por el trato ético de los animales, sino que en en 1988, llevó a cabo su última huelga de hambre por 36 días en protesta por el uso de pesticidas en las cosechas. Pesticidas que tenían efectos devastadores en la salud de los campesinos, sus familias y los consumidores. 1988… ¿Quién, en ese tiempo iba a protestar por los pesticidas? ¿Quién tenía el conocimiento y la conciencia para ello?
“Cuando seas adulto la leche será un alimento prohibido” le decía a Paul. Y no estaba nada lejos de la verdad, con la cantidad de hormonas y antibióticos que contiene la leche hoy en día.

Resulta también, que Cesar Chávez no solo defendió los derechos de los campesinos, sino que se trasladó, junto a sus seguidores a San Francisco, durante los años 70, para apoyar al legendario activista de los derechos de la comunidad gay, Harvey Milk, quien a su vez, se unió a la causa de Chávez. Paul me cuenta que a pesar de la resistencia de algunos miembros del sindicato y las dudas de muchos otros, César dejó claro que la lucha de Milk, era la misma lucha que la de los campesinos. Era la lucha de todos. La lucha por el respeto y la igualdad, por la tolerancia y la paz.

No hay duda alguna; fue todo un visionario que se adelantó décadas a su época. Y la historia estaba de su lado, la historia demostró que tenía la razón.

¡A que no tenían la menor idea del lado “desconocido” del César Chávez! Ahora, ya lo saben. Los dejo para que digieran toda esta fascinante información… ¡De nada!

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