Estuve con ella hasta su último respiro. Fue el regalo mas grande poder compartir sus últimos días y su partida, siendo la hija que vivía lejos… aunque fueron momentos increíblemente dolorosos, física y emocionalmente. Mi madre fue mi mejor amiga, mi ejemplo de vida, mi guerrera… y se fue de este mundo no sin antes darle una batalla campal al cáncer, por 16 años. Personalmente, no conozco otro caso igual. Sus deseos de vivir y su fortaleza fueron mucho mas grandes que esa maldita enfermedad. Luchó hasta el fin; soportó dolores espantosos, inimaginables, siguió luchando cuando su cuerpo iba cediendo, perdiendo movimiento, perdiendo sus funciones básicas. En los días previos a su deceso mi madre no podía caminar, no podía pararse, sentarse, ir al baño, sostenerse con sus brazos. Su cuerpo no daba mas… y nunca, JAMÁS, dejó de rezar. Sostuvo su librito de oraciones cada noche, aun cuando el dolor que le ocasionaban los tumores y otras tantas complicaciones del cáncer, era inmensurable. Tantas veces se quedó dormida con su librito en el pecho y los lentes de leer puestos, cansada, exhausta del dolor, de la lucha diaria, sedada por los fuertes medicamentos que debía de tomar en altas dosis.
La noche de su partida, cuando cerré sus párpados y me despedí de ella, le dije, entre lágrimas que se vaya en paz, que había sido la mejor madre del mundo, que la amaba y que buscara la luz que ya venía por ella. Le prometí que iba a estar bien, que íbamos a estar bien todos en la familia, la besé, la abracé… y abrí su librito de rezos. Entre las páginas hallé una oración para un ser amado que partía y se la recé, a un lado de la cama. En el momento de su partida fuimos sólo ella y yo. Entre tanta tristeza, hubo paz. Me quedé por mas de una hora agarrando su manito, besándola, mirando su rostro pálido que por fin mostraba tranquilidad.
Mi madre fue una mujer de fe. No era una católica de golpearse el pecho ni de ir a misa todos los domingos; era pragmática. Daba sin pensar dos veces a quien lo necesitara, se preocupaba por el bienestar de cuanta persona la rodeaba. “Lo que doy no me va a hacer pobre” solía decir. Pedía que, en vez de que le regalaran algo por su cumpleaños, donaran dinero al hospital St. Jude de Miami, donde tratan a niños con cáncer. “¿Para qué quiero mas? ¡Si yo ya tengo todo lo que necesito!” era su frase. Y con ese “perfil bajo” de su religión tocó las vidas de mucha, mucha gente. Gente que la quiso mucho. Mi madre era católica pero no pregonaba su fe, no trataba de convencer ni de forzar a otros a seguir sus creencias, no juzgaba a nadie. Practicaba el verdadero cristianismo; simplemente amaba al prójimo y daba desinteresadamente, rezaba en silencio (y era fiel devota de San Judas Tadeo) sin señalar, sin sermonear. Nadie se enteraba. No buscaba reconocimiento, no gritaba a los cuatro vientos sus buenas obras.
Hace mas de 20 años dejé la iglesia, pero ella no me lo reprochó jamás, mas bien se interesaba por mis creencias espirituales universalistas y se alegraba. Por qué? Porque veía que esas creencias y prácticas me habían hecho una mejor persona. Y para ella, eso era lo que importaba: mi paz y mi felicidad.
Mi madre murió el domingo 13 de abril. Los católicos, como ella, celebraban el Domingo de Ramos. Algunos se apresuraron a decir que mi madre había partido en una fecha muy especial… Tan especial que NINGÚN sacerdote acudió a nuestra ayuda DURANTE UNA SEMANA ENTERA. ¿Por qué? ¡Porque era semana santa! No pocos fueron los comentarios de “¡ufff, es que es muy difícil conseguir un sacerdote en estas fechas, es semana semana santa!” La incongruencia de esta frase es algo absurdo. ¿La gente que afirmaba esto no se daba cuenta de la estupidez de tal afirmación?
Nuestro calvario de semana santa empezó desde el lunes, al día siguiente de su muerte, en el cual la casa funeraria con la que ya habíamos hecho los arreglos previos, nos comunicó que “iba a ser muy difícil encontrar un sacerdote en semana santa¨. Y de nuevo, la paradoja de tal afirmación hasta ahora me es imposible de entender…. Por los siguientes cuatro días mi familia y yo comprobamos, con asombro, frustración y tristeza, que lo que se nos advirtió y que creíamos simplemente ilógico, era muy cierto. Buscamos en tres parroquias distintas, una de ellas a la que mi propia hermana y su familia asisten. Nada, ¡cero!. El padre fulano está ocupado por semana santa; el padre mengano no contesta el teléfono; el zutano estaba de retiro por dos semanas… y así sucesivamente.
“Si tu hijo se cae a un pozo el día sabático, no esperas al domingo para sacarlo¨ dijo Jesús. Exactamente lo opuesto a estos sacerdotes católicos, que lo que hicieron fue poner a su dogma, sus tradiciones, sus compromisos y sus rezos primero, antes que lo mas importante: SU AMOR AL PROJIMO. Guardaron las fiestas, sí, a cabalidad, mientras mi familia veía con frustración y desesperación que se pasaban los días y que nadie podía darle una hora a mi madre.
¿De qué les sirve guardar descanso en sus días festivos si dejan a quien mas lo necesita en el abandono? ¿De qué les sirve estar en un retiro rezando todo el día, alejados del mundo, SI ES EN EL MUNDO REAL, ALLÁ AFUERA DONDE SE PONE EN PRÁCTICA LA ESPIRITUALIDAD? ¿Creían que hacían méritos guardando reposo toda la semana, mientras una de sus seguidoras necesitaba una bendición y un funeral digno, un miércoles, un jueves, un sábado??? ¡No les pedí que lo hicieran en viernes santo, no les pedí que lo hicieran el domingo de resurrección! ¡Les pedimos una hora de cualquier día de esa semana! Y no hubo UNO SOLO que se acomidiera. ¡Porque la semana santa, es santa! Y se siguen las tradiciones, se guarda reposo en las fiestas, mientras el cuerpo de una devota espera en un congelador por una semana a que ellos tengan tiempo y ganas de sacar una hora para un ritual tan simple. Esto no era una boda, esto no era un bautizo, esto no podía esperar. Y a nadie le importó… ¡porque era semana santa! Jesús murió en esos días, así que no se le ocurra a nadie mas morirse en esas fechas porque no habrá compasión. Nadie irá a ayudarlos.
Mi madre se merecía un funeral digno como todo ser humano. Merecía un acto de amor al prójimo como ella lo practicó toda su vida. Y no lo encontró en la iglesia de la que fue parte por 78 años. Hoy miércoles, después de diez días por fin contaremos con un sacerdote. DIEZ DIAS después de su muerte se celebrará un recordatorio (no un funeral) en donde tendremos las cenizas de mi madre presentes, pues era su deseo ser cremada… y cómodamente un sacerdote de la iglesia católica, que ya regresó de guardar su largo reposo por semana santa, ahora podrá atender su servicio. ¡Mil gracias padre! Eso es exactamente lo que hubiera hecho Jesús, ¿verdad? Pues sepa, padre, que su bendición y su sermón me tienen sin cuidado y lo hacemos solo porque fue ese el deseo de mi madre y NO porque le tenga respeto ni porque le crea nada de lo que dice.
Así como el purgatorio, el limbo, los mandamientos de la iglesia, los sacramentos y tantas cosas inventadas que NO están escritas en la Biblia; así como los pederastas y la protección de estos, el dinero y los lujos del vaticano, la discriminación de los homosexuales, la exaltación del miedo, el sufrimiento y el castigo… esta es solo una raya mas al tigre, señores. Después no se pregunten por qué la Iglesia Católica pierde fieles cada día. Si había una remota posibilidad de que volviera a esta organización… la respuesta me la dieron ustedes mismos. Hice lo correcto hace veinte años. Y mi madre, que fue la mejor del mundo, felizmente no se enteró de lo que le hicieron los de su iglesia. Seguramente, donde esté, estará sonriendo y diciéndome que no guarde rencor, que lo deje pasar, que es lo que menos importa… y lo sé. Pero aun no estoy en el lugar tan elevado donde ella se encuentra ahora. Aún soy humana y aún me duele la indiferencia, la injusticia y la farsa de una religión tan pegada al dogma, a las tradiciones auto impuestas, a sus invenciones, y a su perspectiva tan retrasada e indolente.
Mañana empezaré a meditar y a dejar ir el enojo y el resentimiento, porque debo hacerlo, no le hace bien al alma ni a nuestra evolución… pero hoy, no. Hoy me permito estar dolida, hoy soy puramente humana, llena de frustración y de dolor y me desahogo de la mejor manera que conozco. Después de todo soy y seguiré siendo periodista hasta el día en que la vuelva a ver.